LITERATURA...

Decía Lorca que la poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio. Eso es literatura, una mentira que se convierte en misterio, nos atrapa y hace comprendernos... solo en la profundidad de las letras se puede viajar más allá...

martes, 30 de octubre de 2012

¡mieeeeeeeedo!

Siendo muy simplistas definimos así el miedo: "es una emoción que reconocemos a través de una serie de cambios fisiológicos relacionados con el sistema nervioso autónomo y el endocrino, su sentido básico es el de protección ante estímulos peligrosos, pero el ser humano, por su forma de vida, saca de contexto el carácter innato del miedo y lo versiona en estados similares sin esa función protectora".
Esto es, el miedo nos ha hecho sobrevivir porque -digamos- nos ha protegido de los peligros alejándonos de ellos... ¿por qué lo hemos convertido en fuente de placer? Quiero decir... ¿en qué momento hemos decidido que no sea una emoción básica para elaborarla y convertirla en materia filosófica, literaria o artística? No lo sé... pero ha sido muy fructífero...

Cuando se acerca la fecha de Todos los Santos (Halloween para los amantes de la cultura americana), la noche de difuntos o de las ánimas, nuestra sociedad rinde un culto especial al miedo, al terror... parece que le gustase sufrir o es simplemente lo que toca...

Yo quisiera dejar por un momento los sustitos y disfraces para repasar y proponer algunas pocas obras literarias que tratan el mundo de los muertos y los espíritus (tema, sin más, por el cual nos sobreexcitamos la noche del 31 de octubre)... 

Cómo no: Don Juan Tenorio, (Juan Zorrilla) que se representa cada año y por tradición en estas fechas (quizá puedas ir a verla). Apareció en 1844, sobre el mito de Don Juan de Tirso de Molina. Ya es clásico el amante burlador que desafía incluso a los fasntasmas de los muertos...
El segundo indispensable es Gustavo Adolfo Bécquer (poeta y prosista romántico, no muy lejano a Zorrilla, antes mencionado). Las leyendas resultan una lectura enigmática y apropiada para un día como este...
Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo. [...] Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la muerte, sin que vengáis a ser mi pesadilla, maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. (Junio de 1866)

Y si morir es dormir... ¿Por qué no leer el Hamlet de Shakespeare o La vida es sueño de Don Pedro Calderón de la Barca? Fíjate en la reflexión sobre el mundo de la muerte y en los parecidos:
Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así! Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar! (Hamlet)
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
(Segismundo, en La vida es sueño)

También puedes leer novelas: El realismo mágico de La casa de los espíritus (Isabel Allende, 1982) o la ambigua y tétrica novelita Pedro Páramo (Juan Rulfo, 1955), yo tengo especial predilección por esta última: ¡sublime! (no te dejo mingún link, agarra el libro entre tus manos y disfruta)...



¡Suficientes sugerencias! Literatura de alta calidad en la que aparecen elementos como la muerte, los espíritus, el más allá...

Última nota de atención: si el miedo nos hace sobrevivir, estate atento a tu espiritualidad, es una dimensión irrenunciable del ser humano... por eso, es bueno no confundirlas...



1 comentario:

  1. Recomiendo la visión humorística de Wenceslao Fernández Florez en su relato de "Fantasmas": “- Todo se acabó -dijo-. El cielo tiene ahora otros moradores. Las brujas no vuelan por temor a los aeroplanos, ya que las han atropellado alguna vez en sus pruebas nocturnas. Sobre el ancho mar y sobre el calcinado desierto, los aviones turban nuestra paz, nos aventan con el huracán de sus hélices y desgarran los refugios que cavamos en el algodón de las nubes. El aire es un camino más para los hombres.”

    Así reflexionaba el fantasma Tur con Flapp y Gip en el relato Siglo XX, incluído por Wenceslao Fernández Flórez en el libro Fantasmas, describiendo la supremacía del hombre por encima, incluso, de lo sobrenatural:

    “… y si sólo de ellos se tratase, nuestra vida podría continuar como anteriormente. Al fin, no todas las noches ni en todos los parajes se encuentra un aviador en las alturas. Pero hay algo peor: las estaciones de radio. De esas sí que no es posible librarse. A cualquier hora y en cualquier lugar del mundo, nuestro espíritu ultrasensibilizado, capaz de oír un llamamiento mental hceho en las antípodas, recoje los torrentes de sonidos, de ruidos, de voces, que los aparatos de transmisión lanzan al infinito. El espacio está encharcado de ondas plebeyas que nos saturan, que se infiltran en nuestra atención, que nos penetran irremediablmente…”

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